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lunes

El muro


Dicen que una vez un hombre, era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingresó a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que él se encontraba.
Con tal desesperación elevó una plegaria a Dios, de la siguiente manera: " Dios todopoderoso, has que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme". En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que el se encontraba, y vio que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez mas angustiado: "Señor te pedí ángeles, no una araña." Y continuó: "Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observo a la arañita tejiendo la telaraña.
Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior de la que se encontraba el hombre y este quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:
Primer hombre:- Vamos, entremos a esta cueva.
Segundo hombre: - No, ¿no ves que hasta hay telarañas? nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás cuevas.
Dios como padre amoroso sabe perfectamente cuál es la respuesta apropiada para cada situación que se nos presenta.
Esperar que nuestras plegarias sean atendidas de acuerdo con nuestras reglas es desmerecer el poder de Dios que sabe no solo que nos hará más felices, sino también, qué es más conveniente para nuestra vida.

el peluquero


Un hombre fue a una peluquería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como es costumbre. En estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas, de pronto tocaron el tema de Dios, el peluquero dijo:- Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice.- Pero, ¿por qué dice usted eso? – preguntó el cliente.- Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe, o dígame, acaso si Dios existiera, habrían tantos enfermos, habría niños abandonados, si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad, yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas. El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión. El peluquero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio.Recién abandonaba la peluquería cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo, al parecer hacia mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entró de nuevo a la peluquería y le dijo al peluquero.- ¿Sabe una cosa? los peluqueros no existen- ¿Cómo que no existen? preguntó el peluquero- Si aquí estoy yo y soy peluquero.- No! Dijo el cliente, no existen porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.- Ahh, los peluqueros si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí.- Exacto! Dijo el cliente ese es el punto, Dios sí existe lo que pasa es que las personas no van hacia él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.

jesus.


Jesús, siento que cada día mi vida es más complicada y que llega el momento en que me siento caer sin fuerzas para levantarme. Ayudame Jesús!

... Mi amig@, día y noche estaré a tu lado. Siempre estoy a la espera de tu llamado para cuando me necesites. Cuando necesitas un consejo, cuando necesites un abrazo, cuando necesites que te llame la atención por que haces algo incorrecto, cuando necesites que alguien te escuche o cuando necesitas levantarte del suelo para que sigas caminando.

Esto es lo que hacen los amigos!


Esto lo hago por que te Amo,

Tu Amigo, Jesús.

el peso de tu cruz.


Un joven, ya no podía más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando:
"Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".

El Señor, como siempre, acudió y le contestó: "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".
El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor", dijo, e hizo lo que le había dicho.


Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared.
"Señor", susurró, "quisiera esa que está allá", dijo señalándola. Y el Señor contestó: "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas. Cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor, siempre brillará el sol después de la lluvia.

¡Ninguna cruz es pesada cuando es Jesús quien te ayuda a cargarla!